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El crowdfunding llegó al sector inmobiliario para quedarse.

La tecnología democratiza el acceso a la inversión inmobiliaria

En un contexto de crisis, los argentinos apuestan a refugiar sus ahorros en dólares. Pero el crowdfunding también permite invertir fácilmente en ladrillos

El ladrillo es un refugio. Una opción segura, tangible. El inversionista tiene la certeza de que su patrimonio descansa en buenas manos y lejos de grandes volatilidades. Eso es muy valioso en un país como Argentina, caracterizado por variables macro económicas tan cambiantes e impredecibles.


Es muy difícil ganarle a la inflación, ahorrar, invertir a bajo riesgo y con retornos convenientes. Frente a esas complejidades, el sector inmobiliario aparece como una alternativa razonable. El problema comienza cuando la barrera de ingreso es muy alta. Es decir, cuando es necesario tener mucho dinero para invertir en una propiedad.

En ese contexto, la expresión "guardar la plata abajo del colchón" puede ser más real que metafórica, porque muchas personas no saben dónde destinar su capital, ya sea porque el monto es insuficiente para comprar una casa o un departamento y/o que sirva de base para acceder a un crédito, o bien porque no encuentran instituciones de confianza que gestionen ese capital de forma criteriosa.


En ese sentido, democratizar el Real Estate implica, en primer término, que haya lugar para todo tipo de inversionistas. ¿Qué hace un joven con 1.000 dólares de ahorros? ¿Dónde los invierte? El crowdfunding inmobiliario es una tendencia que nació para responder a esa necesidad, abriendo espacio a un gran número de microinversionistas que, reunidos de forma colaborativa, pueden comprar una casa, no solo en Argentina, sino en cualquier parte del mundo. El desarrollo de la tecnología y la aparición de plataformas seguras permiten que ese modelo sea posible.


Sin embargo, existe un segundo obstáculo: la transparencia. Vivimos en el país del corralito, en el cual es muy difícil confiar en cualquier tipo de institución financiera y en el que la confianza es un valor desprestigiado. En ese contexto, las plataformas de crowdfunding inmobiliario deben estar a la altura del desafío. Eso implica que sean claras, eficientes, confiables y respetuosas de cada inversor que le deposita sus ahorros, independientemente del monto.


"Los bancos no tienen nuestro dinero, sino que lo gestionan", dice con acierto Joan Antoni Melé, fundador de la Banca Ética en España y promotor de un modelo de inversión que pone en pie de igualdad al inversor y a aquellas instituciones que administran su dinero.

El crowdfunding llegó al sector inmobiliario para quedarse. Hay que generar una industria democrática y abierta, que brinde distintas posibilidades a cada inversor, independientemente de su bolsillo. Hay que hacerlo de forma seria, responsable y a largo plazo. En un país como Argentina, esa meta es altamente desafiante.



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