Está en Queens, y puedes comprarla por 2,5 millones de euros. Pero no sueñes con hacer el Airbnb-Museo Trump, que era el plan de sus vendedores.
Poco después de que Donald Trump fuese elegido presidente de Estados Unidos, el agente inmobiliario Michael Davis se gastó 1.230.000 euros en comprar una casa de cinco dormitorios en el barrio neoyorquino de Jamaica Estates, en Queens.
La casa no es especialmente llamativa en la zona, un barrio de clase media-alta. Se construyó en los años 40 por encargo de Fred Trump, padre del presidente, y allí vivió aquel empresario junto a su mujer Mary y su familia durante cerca de una década. En ese casa vivió desde su nacimiento hasta los cuatro años el hoy presidente.
Davis hizo negocio rápidamente: recolocó la casa a principios de 2017 a la entidad jurídica Trump Birth House LLC, traducible como "Casa Natal de Trump, SL". Una empresa montada por un abogado de la zona en representación, según el New York Post, de un grupo de inversores chinos. En el proceso, Davis se embolsó 630.000 de ganancia. El plan de estos avispados inversores era montar algo a medio camino entre un museo habitable de Trump y un Airbnb -donde se anunciaba- bastante inquietante. El turista podía pernoctar en el mismo sitio donde un día durmió el 'bebé Trump', hacer lo que quisiese en el dormitorio donde "probablemente" fue concebido biológicamente The Donald, revisar algunos recuerdos de dudoso origen... Y, por si no quedaba claro qué casa estaban alquilando, desayunar en compañía de una silueta de cartón de Donald Trump, ya presidente, a tamaño natural.
¿Qué podía salir mal, a 640 euros la noche?
En principio nada. Los tabloides neoyorquinos pagaron gustosamente el ticket de admisión y montaron su propio espectáculo. El Post hasta se llevo a una médium que "sentía" la presencia de la abuela alemana de Trump. El negocio parecía asegurado en una de esas ideas que dejan en nada los excesos del cine de John Waters. Pero sí que había una serie de problemas reales y notable, una sensación más allá de la impronta psíquica de los Trump: la casa olía fuerte "a naftalina y sacristía", no tenía agua caliente, la ducha estaba oxidada, ni uno solo de los muebles era original y el desayuno consistía en cereales.
Y ya. Eso era todo. Así que lo de alquilarla a 640 euros quizás no era el mejor plan.
Las matemáticas demuestran que, en general, no era el mejor plan: incluso suponiendo un escenario ideal en el que no haya impuestos ni inversión ni inflación, y durante 365 días al año la gente está dispuesta a pasar una noche en el mundo del pequeño Trump, se tardarían más de ocho años en recuperar la inversión. Así que ahora la casa vuelve a estar en venta. Esta vez por 2,5 millones de euros. Unos 700.000 euros más de la cantidad por la que se la compraron a Davis.
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